Hallux valgus —mejor conocido como juanete—, en términos coloquiales no es otra cosa más que la desviación del dedo gordo de los pies. Afecta, sobre todo, a la articulación de la base del primer metatarsiano; por fortuna, a través de una sencilla operación es posible revertir este padecimiento ortopédico.
Todos los días recibo en mi consultorio personas que padecen juanetes; el dolor, la rigidez, el enrojecimiento y la dificultad para usar cualquier tipo de calzado e, incluso, para caminar las obligan a programar una consulta.
A simple vista, es posible determinar que se trata de hallux valgus, ya que el hueso del famoso “dedo gordo” se sale de su lugar, desviándose hacia el dedo próximo y formando una protuberancia muy particular. Después de realizar las pruebas necesarias para confirmar el padecimiento, se determina el tratamiento indicado en cada caso.
Causas del hallux valgus o juanete
Hasta la fecha, la literatura médica ha identificado cuatro causas principales que detonan esta compleja deformidad. Analicemos cada una:
1. Calzado incorrecto. Los zapatos muy angostos de la punta o con tacón alto (mayor a seis centímetros) son un factor importante, ya que alteran la postura natural del pie, al empujar los dedos hacia delante y comprimiéndolos. De ahí que hasta 90% de los pacientes son mujeres.
2. Predisposición genética. Se ha identificado que aquellas personas con familiares ascendentes directos con juanetes son más propensos a sufrir dicha anomalía. Es decir, también puede ser un transtorno genético.
3. Artritis. Sin duda, padecer hallux valgus o juanete es una consecuencia de la inflamación que ocasiona la artitis reumatoide.
4. Sobrepeso y obesidad. Hay ocasiones en que el exceso de peso corporal provoca que las personas caminen de manera incorrecta con posturas que con el tiempo presionan y deforman los huesos de los pies.
Tratamientos y prevención
Gracias a los avances científicos, hoy en día existe la posibilidad de revertir los efectos de este padecimiento a través de una operación quirúrgica menor que ha demostrado tener altos índices de éxito (de entre 80% y 90%).
De acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), los objetivos de esta intervención se dividen en tres:
- Aliviar los síntomas
- Restaurar la función
- Corregir la deformidad
Después de la operación, el paciente debe permanecer inmóvil apenas un par de días, para luego comenzar con el proceso de rehabilitación; en no más de cinco semanas, ya se habrá reincorporado por completo a sus actividades cotidianas y la deformidad habrá desaparecido por completo (incluyendo las respectivas molestias).
Además, a manera de prevención es fundamental usar el calzado adecuado (no más chico ni más grande), cómodo y ortopédico, así como realizar ejercicio físico moderado de manera cotidiana y, desde luego, acudir a consulta con el médico especialista ante la menor molestia.
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